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¿Dictadura?

El hecho que todo el poder haya quedado en las manos de Vizcarra no necesariamente representa un gobierno de facto

Juan Carlos Callacondo Velarde

Comunicador Social y Docente Universitario

Publicado: 2019-10-06


En una semana pasó lo que la calle y los peruanos solicitaron casi durante 2 años, la disolución o el cierre del Congreso de la República. Que según mayoría de peruanos y nuestro nobel Mario Vargas Llosa, que el presidente Martín Vizcarra “hizo bien en disolver”, porque los congresistas a mérito propio y a lomo se lo habían ganado y habían convertido el congreso en “un circo grotesco de forajidos y semianalfabetos” que no necesitaban quedarse un día más en el poder legislativo, como muy bien enfatiza nuestro novelista.

Luego del cierre de la proterva, ahora salen algunas voces expresando que vivimos nuevos tiempos de dictadura, como la mismísima Luz Salgado quien manifiesta, que el “congreso fue elegido por el pueblo y que cerrar ese poder del Estado "es quebrar el orden democrático y es una dictadura". Aunque en el imaginario de muchos peruanos, una dictadura hay veces es necesario para componer y poner mano dura en un sistema político corrupto y una sociedad caótica, informal e inmadura democráticamente. No si esto pinte mejor esta realidad.

Luis Albero Sánchez en su libro El Perú retrato de un país adolecente, en uno de su acápite denominado país monocrático, expresa que a lo largo de nuestra república estuvimos gobernantes monocraticos con el poder y la decisión centrada en una sólo persona como una parte de la herencia colonial y como componente de nuestro código genético que representó la monarquía. Desde Riva Agüero, Sánchez Cerro, el Oncenio de Leguía, pasando por Odría, Juan Velasco Alvarado, el mismísimo autogolpe de Alberto Fujimori tuvimos caudillos y dictadores que gobernaron monocráticamente con gran apoyo popular, hicieron cambios trascedentes y construyeron grandes obras. Esto pareciera que en la percepción del colectivo extrañáramos o nos guste las dictaduras o la mano dura para gobernar.

Haber, hurguemos por un momento sí Vizcarra podría ser un dictador. Para Josep Vallés en su texto; la Monocracia y la Democracia caracteriza que en una dictadura “las decisiones políticas se concentran en pocas manos, en una sola persona, un pequeño grupo, una sola organización, un solo partido”. Segundo, existe un control de los medios de comunicación y la libertad de expresión, sólo se escucha una voz, una tendencia, una opinión. Por último, “atribuye a las dictaduras que la toma de decisiones políticas que se adoptan sistemáticamente a favor del mismo grupo y se apartan de las preferencias generales de los ciudadanos que deben cumplirlas”. La primera característica pareciera calzarle, la segunda puede ser tendenciosa, la tercera se podría ver de aquí para delante. La coyuntura política y la calle e empujó a Vizcarra disolver el Congreso y colocarle en el podio donde actualmente está.

El hecho que todo el poder haya quedado en las manos de Vizcarra no necesariamente representa un gobierno de facto. Que se convierta en dictador dependerá que lo hagamos de aquí para delante. En el primer tiempo del gobierno Vizcarra derrotó a un Congreso abusivo y corrupta de los fujiaprista y sus satélites, en este segundo tiempo debe plantearse una gestión de transición para asegurar una adecuada renovación democrática el año 2021, como lo hizo en una coyuntura anterior Valentín Paniagua, que supo legitimarse desde el foro de gobernabilidad convocando líderes políticos, organizaciones sociales y empresariales para repensar los nuevos rumbos del país que el mismo acabó en un nuevo Acuerdo Nacional.


Escrito por

Juan Carlos Callacondo Velarde

Profesor y Comunicador Social se desempeña como investigador y consultor en desarrollo social


Publicado en

El Pulsador

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