Desde este fin de semana, el ingreso a los venezolanos está restringido, solo podrán ingresar de manera libre los que portan un pasaporte y aquellas familias que se acrediten con una carta como refugiados. Esta medida ha generado una polarización de la opinión pública nacional. Los que están a favor de ésta medida y algunos sectores radicales de renegados promueven por las redes sociales, al igual que algunos medios de comunicación, un discurso xenofóbico que pone en cuestión la presencia de los venezolano en tierras peruanas. 

Las migraciones en el país son parte de nuestra configuración social, históricamente las sociedades se movilizaron ya sea por conquista, sometimiento y búsqueda de oportunidades y mejores condiciones de vida. En las sociedades prehispánicas se dieron por sometimiento, mientras en la colonia fueron por conquista. Los primeros migrantes de esta era vinieron de los países occidentales, estos han generado más impacto social, económico y cultural; primero, con la llegada de los españoles como colonizadores posteriormente de negros y chinos en situación de esclavitud y semi esclavitud; luego progresivamente, se han incorporado las colonias de japoneses, italianos, francesas entre otros. Estas inmigraciones hacen que nuestra sociedad sea globalmente multicultural.

No solo llegaron de los países occidentales, sino también de país latinoamericanos. Según las cifras de INEI, en nuestra patria existen ciudadanos colombianos en un 14%, argentinos 13%, chilenos en 12% entre otros haciendo un total de aproximadamente 197 mil extranjeros. Pero el éxodo venezolano de estos tres últimos años supera todas estas cifras. Esta preferencia de que muchos ciudadanos extranjeros busquen mejores oportunidades de vida en país es producto de la buena imagen que goza el país en el mundo, producto de la estabilidad económica y nuestro progreso social como consecuencia de otros procesos migratorios internos.

Nuestra vida republicana nos demuestra que tuvimos dos grandes olas de movilización interna. La primera, en la década de 50, 60 y 70, cuando los pobladores de las zonas andinas se movilizaron hacia grandes ciudades como Lima, Arequipa y otras ciudades costeras atraídos por los efectos de la segunda revolución industrial. Las grandes industrias necesitaban más mano de obra. Las ciudades como: Lima, Huancayo, Arequipa, Trujillo se convirtieron en los polos de desarrollo en cada región.

La segunda gran ola de migraciones internas son generadas del campo a la ciudad, en las décadas del 70, 80 y 90 en algunos casos empujados por la violencia política ejercida por Sendero Luminoso, y en otros por las condiciones de pobreza y la ruralidad que no ofrece oportunidades y condiciones de mejor calidad de vida.

Las migraciones en todo lugar genera informalidad en la economía, los migrantes toman las calles, mercados para sobrevivir; invaden tierras para construir sus viviendas, crean micro empresas que evaden impuestos. Por otro lado, esta se convierte en una sobreoferta de mano de obra barata, este desequilibrio genera desplazamiento de trabajadores y abuso de los empleadores. A lo largo de los años estas condiciones fueron superados y luego se convirtieron en una economía y sociedad emergente.

La historia nos ha demostrado que el migrante ha contribuido y contribuye al desarrollo del país, en este caso no se la excepción, lo único que falta que se genere políticas adecuadas para aprovechar esta fuerza laboral y cultural