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Fiesta política, crisis de propuestas.

Nuestros partidos políticos necesitan urgente repensar su esencia y encontrar su propio fin que es el buen gobierno, el bien común.

Juan Carlos Callacondo Velarde

Comunicador Social y Docente Universitario

Publicado: 2018-07-15

Cada semana todos los movimientos y partidos políticos están intensificando su campaña electoral, todo hace parecer como en las últimas elecciones serán campañas para posicionar el rostro, nombre del candidato y el símbolo del partido. En las paredes y los diferentes espacios públicos aparecen pintas, afiches multicolores, marchas, perifoneo hasta fiestas estridentes y chichas por toda la ciudad promocionando a los candidatos.

Como siempre, se habla muy poco de propuestas, aun no se debate la problemática de la ciudad y la región. Hay candidatos que no saben incluso del plan de gobierno que formularon como requisito obligatorio que solicitó el Jurado Nacional de Elecciones como parte de los requisitos. Incluso un candidato al Gobierno Regional plagio su mismo plan de gobierno con el que fue elegido como alcalde provincial expresando con desfachatez que era un plan de gobierno pensando para la región.

Esta forma de práctica política es un síntoma más de la crisis severa por que la traviesa los movimientos y partidos políticos. Todo hace parecer que asistimos al final de una epata donde los partidos político se han convertido una especie de club de amigos o un grupo de aventureros que se desafían al juego del azar para controlar y despilfarrar las arcas del Estado. Estas ya no son las coyunturas políticas que se caracterizan por el debate ideológico, doctrinario dividido entre izquierda, centro o derecha, la ética y la moral, el buen gobierno, la educación ciudadana, sino estas son campañas a olor y color a farándula, donde es importante construir la fama pública caracterizada por un discurso pragmático y mass mediático.

En estas elecciones ser independiente sigue de moda, ellos se configuraban rápidamente como la nueva y buena alternativa de cambio político, pero al mismo tiempo se instauraba un grave problema para la sociedad. Los «independientes» carecen de base doctrinaria, filosófica y no tienen una línea de acción clara, se caracterizaban por ser electoreros, están muy preparados para ganar elecciones, pero no para gobernar (carecen de planes programáticos) y con ellos se da la improvisación política que generó graves problemas en muchos municipio y gobiernos regionales.

En la actualidad los viejos partidos y los movimientos independientes regionales sufren de los mismos males, que desprestigian esta posibilidad de vida democrática. Todos muestran crisis programática, todos los planes presentados al Jurado Nacional de Elecciones son solo listados de obras de más cemento y fierro, de igual se abaten en una crisis orgánica, todos los movimientos están liderados por caudillos o improvisados líderes, sin su dinero, sus ideas y decisiones son es incapaces de hacer algo, no hay estructura orgánica y sistemas de organización que les permita ser una institución.

Seguro que en muy poco también aparecen las denuncias sobre su moral y ética y esto nos demostrará la crisis moral. Todas estas acciones hacen que los partidos se degeneren moralmente y caigan a extremos de asemejarse a organizaciones ilícitas.

Nuestros partidos políticos necesitan urgente repensar su esencia y encontrar su propio fin que es el buen gobierno, el bien común. Por eso el político y sus partidos debe estar bien preparado, tener buenos programas de gobierno, saber administrar los recursos públicos que pertenecen a todos, saber dialogar y buscar consensos y dar cuenta de su gestión a la población, continuar y repetir lo mimos no vale la pena continuar.


Escrito por

Juan Carlos Callacondo Velarde

Profesor y Comunicador Social se desempeña como investigador y consultor en desarrollo social


Publicado en

El Pulsador

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