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Fútbol, pasión y frustración

No importa, mientras tanto disfrutemos de la pasión del fútbol tal vez volvamos al mismo hasta en otros 36 años.

Juan Carlos Callacondo Velarde

Comunicador Social y Docente Universitario

Publicado: 2018-06-19


El mundial ha acaparado toda la atención de la opinión pública, las 24 horas del día nos despertamos y acostamos con el fútbol. Todos estamos sintonizados y atrapados con la selección peruana que después de 36 años de ausencia en el evento futbolístico más importante del planeta nos tiene embobados. Es increíble, cómo nos hayamos convertido todo en acérrimos aficionados, hinchas, fanáticos por la blanca y roja. Solo el hecho de miles de peruano en territorio ruso demuestra esta desproporción pasión por selección. A modo de anécdota, el pasado sábado 16 de junio, 40 mil peruanos pugnaron por entrar al estadio Mordovia Arena de Saransk, cuando este sólo tiene una capacidad de 30 mil.

Al finalizar los 95 minutos del encuentro nuestro estado de ilusión paso abruptamente a un estado de frustración, irritación. Antes del partido todos estuvimos agitados por la adrenalina, por la ilusión, que la selección peruana tenía todos los merecimientos para ganar, por la racha de 15 partidos ganados y empatados. Sin embargo, no contamos que la selección de Dinamarca tenía un amplía experiencia para manejar los resultados en mundiales como este. Los daneses en México 86 y Corea- Japón 2012 entraron a octavos de final y en Francia 1998 acabaron en cuartos de final. Entonces no estuvimos frente a un equipo novato. Los ingenuos fuimos nosotros que luego 36 años de ingresos a estas lides estamos exigiendo mucho a nuestras frustraciones.

Sé que el fútbol moviliza muchas emociones y sentimientos, como tal, estas emociones no son racionales, sino se constituye en un buen catalizador de nuestros estados emocionales controlados y accionados por nuestro cerebro primitivo. La neurociencia ha demostrado que los seres humanos tenemos tres cerebros, que son: el complejo reptiliano o primitivo, el sistema límbico y la neocorteza. El fútbol como pasión se moviliza en el cerebro reptiliano, por eso no es racional, que en cuestión de horas podemos pasar de la euforia, la ilusión a la frustración u otros tipos de emociones.

Pasa de héroes a villanos en el fútbol es muy fácil. Hasta el sábado Cuevita era nuestro mejor futbolista, el más querido, ahora es el más criticado. Eso en campo deportivo es muy normal, como recordaremos en Brasil 2014, la selección de Brasileña era el favorito para campeonar por estar en su territorio y tener los mejores jugadores del mundo, los medios de comunicación lo vendían como una selección alegre y un grupo unido entorno a su figura Neymar y su técnico Felipão, luego de perder 7 a 1 con Alemania, fueron linchados públicamente como la peor selección de todos los tiempos.

Los que sacan buenas ganancias con este estado son las cervecerías, lo canales de televisión y los políticos. El campeonato mundial también es una buena cortina de humo para sacar provecho como la suba del Impuesto Selectivo al Consumo que no se sabe cómo quedó, la poca cobertura de la notificación de la Corte Interamericana de Derechos Humanos sobre la legalidad del indulto de Fujimori y otros que seguro nos daremos cuenta cuando acabe el mundial.

No importa, mientras tanto disfrutemos de la pasión del fútbol tal vez volvamos al mismo hasta en otros 36 años.


Escrito por

Juan Carlos Callacondo Velarde

Profesor y Comunicador Social se desempeña como investigador y consultor en desarrollo social


Publicado en

El Pulsador

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